miércoles, enero 25, 2006

La Timocracia

Según un estudio de la Generalidad de Cataluña, en el 60% de los hogares de Cataluña se habla en español. Sin embargo, la clase dirigente catalana obliga a los profesores de instituto a que den las clases en catalán y será motivo de sanción darlas en castellano a partir de la aprobación del Estatuto. ¿Ese 60% votaría que sus hijos estudiaran en catalán o en castellano? Algo falla.

Todos sabemos que los presidentes de varias comunidades socialistas están en contra del Estatuto de Cataluña (como por ejemplo, Extremadura). Sabemos que si el Estatuto se votara a nivel de España, habría una mayoría aplastante diciendo que no: no votarían que sí ni los socialistas murcianos, ni andaluces, ni extremeños, ni madrileños... ni por supuesto los votantes del PP. Sin embargo, su tramitación fue aprobada por el Parlamento de España. Algo falla.

La teoría del sistema democrático es que el poder es del pueblo. Lo que ocurre es que, evidentemente, el pueblo no puede estar decidiendo cada pequeño detalle de la política, por lo que delega parte de su poder en sus representantes en el Parlamento. De esta forma, los representantes han de proponer, denunciar y votar aquellas cosas que los representados propondrían, denunciarían o votarían.

En Gran Bretaña hay 659 miembros del Parlamento. Cada miembro representa a 66.000 personas (de una zona determinada). En las elecciones, se pueden presentar varias personas de cada partido o personas independientes, para ese puesto que dan esas 66.000 personas. Una vez sale elegido ese miembro del Parlamento, los 66.000 representados tienen derecho a entrevistarse con él una vez cada dos semanas durante 10 minutos. También tienen derecho a tener contacto directo con él por vía de correo o correo electrónico para hacerle saber lo que piensan de cada decisión política, de cada problema importante que tienen...

Si pasados los cinco años de la legislatura (en España son 4, allí 5), ese miembro del Parlamento no los ha representado bien, votarán a otro que sí haga caso a sus demandas. Por lo tanto, ese parlamentario debe sus decisiones políticas directamente a los ciudadanos. El poder en Gran Bretaña, por lo tanto, emana del pueblo.

De esta forma, nos encontramos con el siguiente hecho: hace unos meses, Tony Blair (presidente de G.Bretaña y presidente del partido laborista, mayoritario en la cámara de los comunes) propuso en el parlamento Británico una ley que daba permiso a la policía a retener en prisión a presuntos terroristas durante tres meses sin pruebas u órdenes judiciales. La mayoría de la gente de a pie vio aquello una medida desmesurada, un gran recorte en las libertades y darle excesivo poder a la policía, por lo que estaban en contra. Así pues, los miembros del parlamento de la oposición votaron que no y también votaron que no la mayoría de los miembros del Parlamento laboristas, los de Tony Blair. Esas personas representaron al pueblo antes que apoyar la medida que quería el partido, su partido. Eso es democracia, eso es que el poder resida en el pueblo.

En cambio en España no votamos a un representante popular o a uno socialista, sino que votamos listas de personas (la lista del PSOE para esa comunidad, la del PP...) y, proporcionalmente, cuantos más votos reciba una lista, más representantes de esa lista (y por ese orden) tendrá ese partido en el Parlamento. Por consiguiente, los miembros del Parlamento español no deben su posición directamente al pueblo, sino al partido que es el que los pone más arriba o más abajo en dicha lista.

¿Por qué es ese detalle tan importante? Pues porque esos miembros del Parlamento no defienden directamente lo que quieren sus representados, sino lo que defiende su partido. Así pues, en España tenemos la maldita disciplina de partido, mediante la cual todos los miembros del partido socialista votan lo que diga su jefe; todos los miembros del partido popular votan lo que diga su jefe... osea, dan más poder a su jefe, quitándoselo al pueblo.

De esta forma, los parlamentarios socialistas murcianos o extremeños, al votar que sí al estatuto de Cataluña, no están representando al pueblo murciano y extremeño. Consecuentemente, el poder político en España no reside en el pueblo, sino en los jefes de los partidos que votamos. En definitiva, votamos una dictadura cada 4 años y en vez de vivir en una democracia avanzada, vivimos en una timocracia: El poder reside en una serie de timadores.

P.D.- Aunque el presente ensayo haya estado referido en sus críticas al PSOE, era igual de malo con Aznar y con Felipe González. Lo que se pretende criticar no es a un partido determinado, sino al sistema en sí.

1 Comments:

Blogger Todolmundo said...

Estoy de acurdo, Dinko. En España no existe la democracia. Es más: no ha existido nunca, y me temo que no existirá nunca por culpa de estafadores como Zapatero, Rajoy, González, o Aznar, pero sobre todo Adolfo Suárez, al que muchos siguen considerando el padre de nuestra democracia, pero que no tuvo el valor de abrir las listas de diputados en su momento, y ahora cualquiera las abre: los partidos no quieren perder el poder. A mí me da igual tener un cancerbero socialista o pepista que nos hurte nuestras libertades, que son nuestras aunque ellos, los liberticidas, nos las quieren robar en provecho propio.

Quizá se les pueda obligar con un índice de abstención en las próximas elecciones del 90 por ciento, al menos. Pero no sé, lo veo muy poco probable... Al fin y al cabo éste es el pueblo que gritaba hace un par de siglos aquello de vivan las caenas

23:02  

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